Reseña de La gran fortuna de Olivia Manning

Un inicio de trilogía vibrante

No me importa llegar tarde a los libros. Los caminos de las lecturas son inescrutables para el común de los mortales. No tengo claro qué me lleva de un libro a otro, ni qué es responsable de olvidar uno en mis estanterías de pendientes durante cinco años. Sin embargo, cuando le llega el momento, el libro parece que se revela desde su paciente posición de espera. Los libros vecinos pierden color y el lomo del olvidado brilla con más intensidad. Así, de repente y tras cinco años de oscuridad, termina siendo el elegido. Esto podría ser lo que le pasó hará unas semanas a La gran fortuna de Olivia Manning, editado por Libros del Asteroide en 2020 -y seguramente desde entonces en mi estantería. Manning arranca su Trilogía balcánica con este título y ya he comprado el segundo volumen, y yo espero y deseo que no corra la misma suerte que su predecesor y lo lea pronto. Por cierto, todavía estoy deciendo si poner a este libro la etiqueta de «literatura de conflictos», si lo habéis leído acepto vuestras recomendaciones al respecto.

La gran fortuna es la historia con tintes autobiográficos de una pareja de ingleses residentes en la Bucarest -la llamada París del Este- en 1939 justo cuando Hitler acaba de invadir Polonia. Guy y Harriet Pringle apenas se conocen, pero ya están casados. Y Guy arrastra a Harriet a Bucarest donde él tiene una plaza de profesor en la universidad. La vida de Guy estaba perfectamente labrada y tejida en esa vibrante ciudad. Harriet empezará a conocer realmente a su marido, un extrovertido profesor universitario que se rodea de un animado círculo social, y tratará de encontrar su lugar dentro de ese peculiar elenco formado por estirados diplomáticos, damas acaudaladas, pícaros seductores y arribistas. Los ecos de los disparos nazis en las fronteras europeas todavía no ensordecen a los rumanos ni a los extranjeros que disfrutan de la ciudad del Dambovita. Los habitantes de esta ciudad llena de contrastes, inmersa en la incertidumbre por la guerra y la inestabilidad política, se aferran a una vibrante vida cotidiana mientras el caos se apodera de Rumanía y del resto de Europa.

Manning tiene una especial habilidad para trazar personajes repelentes. En cierta manera, Guy lo es, sin embargo, Harriet lo ama (“si fuera capaz de imponerle su voluntad, cogería a Guy y canalizaría toda su creatividad hacia algo trascendente que dejara su impronta en la eternidad. Pero Guy había nacido para dispersarse como un torbellino, ¿y qué otra cosa se podía hacer con él, salvo amarle?”) pero si hay un personaje despreciable y en las mismas dosis divertido es el príncipe Yakimov. Dice Rachel Cusk en el epílogo que Yakimov es “la obra maestra de Manning” y ciertamente yo me lo tomé así para disfrutarlo, porque si no me hubiese amargado la lectura. Incluso la propia Harriet en muchos momentos da tanta lástima que da rabia; sin embargo, con el paso de las páginas te vas dando cuenta de que, como defiende Cusk, Harriet y su corazón desolado son “la metáfora central sobre la que se construye el relato que narra la guerra, los cataclismos y el sentimiento acuciante de vivir como desplazados y la muerte del viejo mundo en la Europa de 1940”. Las dudas, el inmovilismo, la desidia, la apatía, la falta de motivación para cambiar las cosas… el mundo asiste impasible a invasiones, muertes y destrucción de ciudades, sin saber qué hacer; quizás están enganchados al minuto y resultado a través de los periódicos o de los mapas de los avances que se exponen en los escaparates de las asociaciones e instituciones internacionales. Y ya. Y esa desgana es la que atrapa a Harriet en la deriva de su recién estrenado matrimonio. Ella intenta hacerse hueco, mantener su personalidad y hacer amistades propias -no tuteladas por su marido-. Pero la personalidad arrolladora de Guy termina por atraparla continuamente. Sostiene Cusk en el epílogo que “la obsesión de Harriet por preservar su matrimonio y por quedarse en vez de irse, o por conservar en vez de destruir, es la otra guerra particular que se narra en la novela”. No sé cuánto de autobiográfica es la novela, dicen que mucho, pero si Harriet es el alter ego de Manning, esta mujer tuvo que sufrir y disfrutar mucho en esta época.

Entiendo las reseñas que esperaban más desarrollo de los personajes o más acción en las tramas (como la de mi respetada Laura del blog de Lahierbaroja), pero la riqueza de la novela está en los ambientes de la época, en el sentir de una población ante el terror de una guerra que avanza hacia ellos y unos personajes absolutamente brillantes que sirven como metáforas de un acertado análisis social, político y cultural. En las trilogías a veces las tramas no avanzan demasiado, y yo también ansío saber qué va a pasar con los Pringle, con Rumanía, con la comunidad inglesa de Bucarest, con el compromiso social de Guy -su amistad generosa y su lucha por la democracia- y especialmente con Harriet. Así que ya tengo La ciudad expoliada en mis estanterías de libros pendientes. Y espero no olvidarme de ella.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

Un comentario sobre “Reseña de La gran fortuna de Olivia Manning

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  1. Bravo! Yo tampoco me preocupo por cuando llego a un libro. De hecho, en un reto que hice en Diciembre para este año de 12 categorías, una es el monstruo de la estantería, y es leer uno o más libros que lleven 5 años o más en nuestras estanterías. Y casualmente estoy leyendo un libro de ensayos de Cusk que estoy disfrutando mucho, me faltan precisamente los ensayos de la segunda parte del libro dedicados a escritores y estoy intrigada por lo que dice de Ginzburg y de Ishiguro.

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