Reseña de La más recóndita memoria de los hombres de Mohamed Mbougar Sarr

Un viaje emocional por la literatura y el colonialismo

He leído antes de irme de vacaciones el libro perfecto para llevarme de vacaciones. Se trata de La más recóndita memoria de los hombres de Mohamed Wbougar Sarr, editado por Anagrama y ganador del Premio Goncourt de 2022. El premio lleva un cheque de 10€, pero el volumen de ventas suele ser estratosférico y el prestigio no se mide en un cheque bancario; como acuño Quevedo “solo un necio confunde valor con precio”. Estamos ante una novela maravillosa escrita para los amantes de la literatura, para saborear todas las especias senegalesas, el café parisino y el asado argentino tanto en su versión literaria como en la etnográfica. El libro es un viaje emocional de la mano de un joven escritor que descubre el sentido de la vida y de la literatura persiguiendo una obsesión.

La más recóndita memoria de los hombres está narrado por un escritor senegalés que vive en París y se llama Diégane Latyr Faye. Cuenta la historia del descubrimiento de una novela inencontrable, El laberinto de lo inhumano, “el libro sagrado de un dios eunuco”, y la búsqueda por varios continentes de su autor, T.C. Elimane, “un Rimbaud negro”. La publicación de El laberinto de lo inhumano causó un escándalo tanto por su calidad literaria como por las acusaciones de plagio que lo acompañaron. Ante esta situación el autor desapareció, “¿Quién era? ¿Un escritor absoluto?, ¿un plagiador vergonzoso?, ¿un mistificador genial?, ¿un asesino místico?, ¿un devorador de almas?, un nómada eterno?, ¿un libertino distinguido?, ¿un niño que busca a su padre?, ¿un simple exiliado pesaroso que ha perdido a sus referentes y se ha perdido?”. Tirando de diversos hilos, con la ayuda de una enigmática mujer -la Madre Araña- que guarda muchos secretos y de un grupo de jóvenes escritores -y escritoras, fundamentales en la novela- africanos que beben, aman y escriben con desafuero, el protagonista se embarca en un viaje en busca de un mito y acaso también de sí mismo. Las pistas le llevan al Buenos Aires de la revista Sur, Gombrowicz y Sabato, a supuestos actos de brujería, a un hombre dividido entre dos culturas, a fantasmas del pasado y fantasmas del presente.

Sarr es un apasionado de Roberto Bolaño y el título de la novela es una cita (que la encabeza) extraida de Los detectives salvajes. Dice Marc Basset en Babelia que “tanto la estructura –una mezcla de diarios, testimonios, relatos– como el tono y los temas –exiliados o expatriados que sueñan con ser escritores, jóvenes románticos y descarados tras el rastro de un autor legendario y olvidado– son deudores del novelista y poeta chileno”. Yo no he leído esta obra de Bolaño, pero este de Sarr me ha parecido un libro redondo. La novela es completa, no deja nada a la interpretación al tiempo que es capaz de mantener la tensión a través de la figura de Elimane (lo que Cercas llamó el punto ciego) y completa la trama con todas las fugas de personajes en las que se detiene y que dan profundidad a la historia. Si tuviera que quedarme con dos virtudes destacaría, por un lado, las maravillosas descripciones de las mujeres (especialmente la que hace en las páginas 340 y 341 que empieza así: “Aïda es una ciudad que se subleva, una ciudad en llamas que nunca tendrá cenizas, y en ella lucho, porque la lucha eleva al hombre y la causa aquí merece la pena”…) y, por otro lado, con toda la disquisición sobre el colonialismo cultural del imperio francés sobre la literatura africana y sobre sus sociedades.  Y de fondo, un sfumato sobre la relación de los escritores con la literatura, “la literatura es un féretro sospechoso, negro y brillante, pero es posible que no contenga dentro ningún cadáver”. Es la literatura, nos susurra Sarr, la recóndita memoria de los hombres y es el amor, el apego, el vínculo familiar y la transmisión oral lo que nos mantiene con los pies en la tierra. Una tierra empapada de literatura de la que nunca nos deberíamos alejar demasiado. Así que… ¡Nos vemos en la próxima reseña!

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