
El placer de leer a Marías y disfrutar de su experiencia oxoniense
Creo que nunca sacaré a Javier Marías de esa estantería donde conservo a los escritores que me encanta leer y no soporto ideológicamente. Lamentablemente ya no tendrá la oportunidad de caerme bien (políticamente hablando), pero nunca estaré suficientemente agradecido a su dedicación literaria. Qué gozada es leerlo. Hoy os traigo, Todas las almas, publicada en 1989 en Anagrama y desde 1998 en Alfaguara. Este libro pertenece a uno de mis géneros favoritos, las novelas de campus y debe su título precisamente a uno de los colleges de la Universidad de Oxford, el All Souls College.
Todas las almas cuenta la historia de un profesor de literatura española contratado por dos años en la Universidad de Oxford (en clara sintonía con la estancia que el propio Marías realizó en dicha universidad entre 1983 y 1985 impartiendo docencia de Literatura Española y Teoría de la Traducción). Entre sus aulas, bibliotecas, colleges y tradiciones viven los cautivadores personajes de esta novela: la amante casada del narrador, Clare Bayes, una mujer condicionada por algo a lo que asistió pero que no recuerda; el amigo Cromer-Blake, homosexual irónico que vive fabricando experiencias intensas para una vejez que prevé solitaria; el ya retirado y sagaz profesor Toby Rylands; el merodeador Alan Marriott, con su perro de tres patas y sus conocimientos sobre la “pareja espantosa” que todos tenemos; y muchos otros, algunos extraordinariamente divertidos, hasta llegar al personaje que viene de otro tiempo, el enigmático escritor John Gawsworth. Durante su estancia en la “almibarada” ciudad universitaria, el profesor reflexiona sobre las relaciones sociales y profesionales que se dan en el entorno oxoniense.
Una de las virtudes de Marías es que desarrolla la novela sin apoyarse en ninguna intriga. Como defiende Bértolo en una crítica de la obra publicada en 1989 en El País, [recogida en el blog de Marías sobre las reseñas a sus obras] “testimonia así Marías que cuando se tiene algo que decir y se posee capacidad suficiente para crear personajes, se puede encantar al lector con algo más que el palo y la zanahoria”. Marías recurre a personajes y tramas secundarias para dar profundidad a su novela y así funcionan a las mil maravillas las historias de los mendigos de Oxford, la asociación de los admiradores de Arthur Machen o la extraña figura del escritor Gawsworth.
En un mundo de secretos e intrigas, de ritos ceremoniosos y cenas disparatadas, de pasados ocultos y enfermizos presentes, el narrador va tejiendo su propia “perturbación” y su propia historia con la de los habitantes de la ciudad. En su columna, Bértolo sostiene que “aparentemente, se trata de una novela de aprendizaje (…) pero es necesario aclarar que la novela desborda de manera absoluta este modelo. La inclusión de historias tan impertinentes como la de los mendigos de Oxford, la asociación de los admiradores de Arthur Machen o la extraña figura del escritor Gawsworth, perfilan unas sombras -lo desconocido- sobre las que el profesor español proyecta el análisis de su propia perturbación -perfectamente exteriorizada en su obsesión sobre el cubo de la basura- y confieren a la novela una rara complejidad y frescura”.
Marías me sigue sorprendiendo. Aun me quedan muchos de sus títulos más importantes, y seguramente me esté reservando sus mejores trucos para más adelante, pero me encanta la forma que tiene de escribir. Cómo se maneja entre frases amplias, abundantes subordinadas y rupturas a base de inclusivas. Cómo avanza las tramas sin prisa, con todo el detalle que sea necesario para disfrutar de la experiencia lectora, para dejarse atrapar por el ambiente oxoniense sin perder de vista el desarrollo psicológico del personaje ni el hilo narrativo que lo ha llevado hasta ese momento. Cómo me gusta esta literatura. Y cuánto la raciono para paladearla gustosamente.
¡Nos vemos en la próxima reseña!