Reseña de Hierba de Keum Suk Gendry-Kim

El mejor cómic de 2022 es una novela gráfica difícil de leer, difícil de digerir y difícil de olvidar

El Juego del Calamar y Parásitos son quizás los dos exponentes más recientes de la expansión internacional de la cultura coreana. El último pelotazo ha venido de la mano de la novela gráfica. Hierba, de la autora Keum Suk Gendry-Kim ha sido finalista del prestigioso premio Eisner y mejor cómic del año para The New York Times, The Guardian y Los Angeles Times. El año pasado llegó a España de la mano de la editorial Reservoir Books con traducción de Joo Hasun y hoy llega al blog.

Hierba es la historia real de una superviviente: Lee Ok-Sun (ver fotografía a continuación), una joven coreana que durante la Guerra del Pacífico fue explotada como «mujer de consuelo», el eufemismo utilizado por el ejército imperial japonés para referirse a sus esclavas sexuales. Partiendo de las entrevistas que mantuvo con Lee Ok-Sun en una “casa de compartir” donde convive con otras supervivientes, la autora ha narrado el devenir de su infancia en un ambiente extremadamente humilde, vendida sucesivamente a varias familias adoptivas, hasta que llegó la ocupación japonesa y en 1942 fue trasladada a la fuerza a una base aérea en China.

Autora y protagonista

La historia de Ok-Sun comienza con su profundo deseo de ir al colegio. Vivía en el campo con su familia, pero eran extremadamente pobres y apenas tenían para comer. Sus padres, engañados (o no, ni Ok-Sun ni la novela lo dejan claro), la dieron en adopción con la promesa de que iría al colegio, pero sus nuevos padres la obligaron a trabajar en el restaurante que regentaban. La niña fue creciendo y pasando de mano en mano hasta que recaló en una de aquellas abominables “casas de consuelo”. Fernando Díaz de Quijano en El Cultural describe esta novela como “una historia de dolor, humillación y supervivencia en algo muy parecido a un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial”.

Seguramente la mayor aportación de la novela, además de dar visibilidad a una de las épocas más oscuras del siglo XX aun hoy en día, es la forma en la que lo cuenta, la potencia de unas viñetas que maneja el lector en su mente. La autora evita las escenas explícitas de palizas, intentos de suicidio, embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual, fugas, escarmientos, etc. Y lo hace, por ejemplo, a través de viñetas negras o imágenes de naturaleza libre. En una entrevista de la autora con Gerardo Vilches, a este respecto sostiene que “la violencia y, más concretamente, la violencia sexual, deja traumas y heridas para toda la vida. No solo a las víctimas, sino a las personas que las rodean. Más que recurrir a imágenes realistas, quería representarla de manera simbólica, utilizando metáforas. Y también quería evitar que las imágenes explícitas significaran una segunda violación para la señora Ok-Sun. Desde el punto de vista de los lectores, creo que muchos, hoy en día, ya están expuestos a esa violencia, de forma que las imágenes violentas son consumidas casi como un juego. Si intensificamos esa violencia, no tiene ningún efecto. Prefiero jugar con su imaginación, de forma que pudiera conseguir un mayor impacto. Pienso en el Guernica de Picasso… Los escritores y artistas tienen que abordar asuntos históricos para abrir un espacio de reflexión sobre esos hechos, y para denunciarlos”. Esta consideración hacia las víctimas y ese tono delicado en el tratamiento de la historia vienen dados también por la importancia de la naturaleza en el relato y en los trazos, incluso en el título del libro. En la rueda de prensa de presentación de la novela que hizo en Barcelona la autora desveló que “Ok-Sun me hablaba mucho de cuánto echaba de menos su pueblo natal, sus montañas y ríos, así que decidí sustituir las escenas de violencia con naturaleza, con el paso de las estaciones, el cielo, las nubes, las estrellas y el viento”.

Es una novela gráfica difícil de leer, difícil de digerir y difícil de olvidar. Es una novela gráfica para paladear cada imagen, cada trazo de la autora, cada sensación visceral y vomitiva que te venga a la boca, para no evitar ninguna lágrima y para terminar con la sensación de que la literatura es una herramienta poderosísima para enseñar, educar y trabajar la memoria histórica. No sé si Hierba llegará donde llegaron Maus o Persépolis, el tiempo y los lectores lo dirán, pero desde luego que merece compartir ese pódium.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

Deja un comentario

Blog de WordPress.com.

Subir ↑