«Mi hijo tiene los ojos grandes de su madre. Ojos que esperan lo peor. Lleva la vida entera esperando un gesto de cariño que borre todos los males del pasado».
Tenía escrita una parrafada sobre este libro pero no se ha guardado, y como llevo 30 horas de aeropuertos, perdiendo vuelos, durmiendo en Gatwick y luchando en mostradores contra el puto sistema de las aerolíneas lowcost, y encima me duele la cabeza, voy a pasar de decir nada. Pero el libro no está mal, tampoco es la fiesta de las palabras.