«Miró hacia la luna y luego hacia mí y dijo con una voz tremendamente cansada: ‘Los seres humanos sienten debilidad por la luz de la luna. No los ciega. No los abrasa’. Entonces caminamos en silencio un buen rato. Al despedirnos me dijo: ‘Nada crece a la luz de la luna'».
Otro libro sobre conversaciones, diálogos, sensaciones de dos personas que hablan y se abren en canal a la persona que les escucha y les mira mientras se les enfría un café o se consume el cigarro entre los dedos. Un libro perfecto para las tardes invernales de domingo.
Una novela dura, desgarradora, apabullante y apasionada. Difícil de digerir en algunos momentos pero en el fondo es bella.
Me ha gustado, la recomiendo, aunque de verdad que es bastante dura.
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