«He descubierto que casi todas las personas religiosas -judíos, cristiano y musulmanes por igual- coinciden en una cosa: en que si conoces a uno de ellos, y mantienes una pequeña conversación y dices, por ejemplo: «Dios es un capullo», tienden a reaccionar mal. Cosa que me parece sorprendente».
Últimamente no saco muchos ratos para disfrutar de la lectura. Estoy todo el día leyendo y escribiendo, sí, pero cosas aburridas, y al menos no tan evocadoras como una novela o, como en este caso, una historia de un chico que crece en una familia ortodoxa judia y mantiene una relación divertida y de constante tensión con su Dios.
Tener tiempo para leer es un regalo, y hoy me lo tomo también como un premio por haber tenido el día más improductivo de las últimas semanas.
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