Reseña de Amador Señor de Pablo Katchadjian

No sé si es una mierda o una genialidad

Hace tiempo que no hago referencia a uno de mis tipos favoritos de libros: los sorbetes. Esos libros que sirven para descansar entre dos platos generosos y sabrosos. Libros que aportan frescura y aire al lector y que lejos de ser sesudos suelen ser de lectura agradable y distendida. Pero tampoco os tengo acostumbrados a propuestas aburridas ni demasiado llanas, en este blog a veces somos esdrújulos. En este caso, he vuelto a un autor que nunca deja indiferente y que su búsqueda de la libertad creativa tanto en forma como en fondo siempre es arriesgada: Pablo Katchadjian. Aquí ya hemos reseñado otros de sus libros como Una oportunidad o Tres cuentos espirituales, y ahora os traigo Amado Señor, publicado en 2020 por la editorial Hurtado & Ortega. Voy teniendo la sensación de que la polémica que acompañó a su autor con María Kodama por la publicación de El Aleph engordado responde más a una resistencia al estilo de Katchadjian que a una auténtica acusación de plagio. Katchadjian es un autor que merece la pena, al menos por la incomodidad que generan unas propuestas que nos sacan de la zona de confort lector.

En Amado Señor, a través de más de sesenta cartas dirigidas a un dios lector –que adopta diversas formas como Amada Vida, Amado Escarabajo, Amado Murciélago, Amado Brillo Invisible, Amada Mata de Cactus, Amado Relámpago, Amada Manera, Amado Cuchillo, Amado Sueño Olvidado, Amada Bendición–, el narrador emprende un diálogo introspectivo que explora cuestiones existenciales, recuerdos personales y reflexiones filosóficas. Este narrador es un escritor que a pesar de todo se resiste a la contemplación: porque la mirada es éxtasis, y el éxtasis, aniquilación. Este enfoque crea una atmósfera de panteísmo literario, donde cada objeto o concepto nombrado se convierte en un interlocutor divino y, al mismo tiempo, en un vehículo narrativo. ​De fondo estamos ante San Agustín, las cartas bíblicas y las parábolas místicas, fusionando elementos de la tradición literaria con una voz contemporánea y experimental. El narrador, consciente de su falta de fe en el destinatario, utiliza la escritura como una forma de resistencia y búsqueda de sentido, desafiando las convenciones narrativas y ofreciendo una reflexión profunda sobre la existencia y la creación literaria.

La recitación de los Nombres Divinos, que en tantas tradiciones místicas es canto propiciatorio de la revelación cuando deviene mantra o balbuceo, resulta en este epistolario de Pablo Katchadjian el índice de un diálogo. Aquí cada nombre es motor de la narración y también su destinatario. Mantener la palabra y la conversación frente a un Interlocutor en quien no se cree, pero a quien se encuentra en cada letra, es la necesidad de un narrador que escribe siempre buscando un precario equilibrio: entre caída y sostén, vida y destino, tema y forma.

Lo leí de una sentada en media tarde. Es de esos libros tan cargados de dobles sentidos, circunloquios, divagaciones, abstracciones y algunas dosis de filosofía barata que no queda claro si es una mierda o una genialidad. Cumple su cometido de “libro sorbete”, te despega de una lectura anterior que hubiera sido absorbente y te deja libre de ataduras para la que venga. Perfecto, ya tengo el terreno fértil para la siguiente lectura.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

6 comentarios sobre “Reseña de Amador Señor de Pablo Katchadjian

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  1. Pues historias, novelas cortas o libros cortos, por ejemplo acabo de terminar Piano de Carmen Laforet, The Royal Game or Chess de Zweig, y casi termino El bebedor de vino de palma. También libros de misterio pero de calidad, Agatha Christie y otros muchos pero de principios del XX o preferentemente de la época dorada de estas novelas.

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