Reseña de Una lección olvidada de Guillermo Altares

Un maravilloso Interrail por la historia de Europa

Seguramente leyera a Guillermo Altares, por sus trabajos en El País, antes de conocerlo. Supe quién era Guillermo Altares durante los años que escuchaba La Cultureta (antes de ser consciente de que se trataba de un nido neocon sesgado cultural y políticamente en el que Altares era el único con dos dedos de frente). En ese podcast dimensioné el vastísimo conocimiento del periodista, su buen criterio cultural, su capacidad dialogante y su sano sentido del humor. Hoy en día no me suelo perder una crónica, ni una reseña, ni un reportaje, ni un artículo de Altares en la sección de Cultura de El País (el último, sobre el libro de Dan Saladino, es bien chulo). Y así llego a Una lección olvidada, editada por Tusquets, y publicada en 2018 (mi edición es la sexta, de 2019); un ensayo que se apoya en los viajes del autor por todos los rincones de Europa (Altares es un defensor del mochilero interrailero, como yo; quizás la política pública que más ha contribuido a la construcción de la identidad europea entre los jóvenes).

El libro propone un viaje que arranca en la Cueva de Chauvet y termina en Prístina. Por el camino tendremos tiempo para hacer paradas en Grecia, Roma, Reino Unido, España, Portugal, Francia, Alemania, Rusia, Rumania, Suecia y Países Bajos. Un verdadero Interrail por la historia de Europa, por las historias de Europa. La selección de estos acontecimientos sobre los demás los justifica Altares con mucho tino. Recuerda a la selección de “momentos estelares” de Zweig, pues la decisión dónde poner el foco y dónde hacer sombra era determinante, y Altares salva el escollo con solvencia. Desde luego que en esa selección también están sus vicios y sus virtudes, al fin y al cabo se trata de su libro. Me lo he pasado pirata en este viaje acompañando al Ötzi en la Edad de Hielo, al atribulado Nerón, al desalmado Caravaggio, al pesimista Voltaire, al traicionado Robespierre, al avispado Sherlok Holmes, al pobre general Miaja, a las víctimas de Stalin, a los oprimidos por Ceausescu, al asesino de Palme, o a los soldados del KFOR en Kosovo. Y me llevo un montón de lecturas pendientes (algunas como La Gran Guerra de Joe Sacco descatalogadas…). Pero desde luego, esta es la capa más superficial del libro.

Lo verdaderamente importante está en las reflexiones que propone Altares y en los aprendizajes a los que nos alienta. La consciencia de que Europa es una construcción cuyos pilares son la diversidad cultural, étnica, racial, religiosa, política y social. Unos pilares que durante muchísimos años se han tambaleado por guerras, dictadores, mandatarios crueles, intereses cruzados y una muy mala gestión de los egos. Para mí hay una cita en el capítulo sobre la batalla de Somme que resume bien el interés del libro. En ese capítulo, Altares sostiene que “los límites desaparecidos de Europa no solo se trazaron entre nuevos y viejos países. La historia ha dejado todo tipo de fronteras. En muchos lugares son todavía cicatrices bien visibles, espacios donde se puede sentir con especial intensidad Europa con toda su ferocidad, con todo el peso de su pasado”. Y son esas cicatrices las que sitúa Altares en el centro del ensayo, porque si no tenemos memoria necesitamos cicatrices.

El libro recibió un montón de halagos, muchos condicionados por la respetada figura periodística del autor. Jacinto Antón en Babelia resume y adjetiva el libro de la siguiente forma, “Intensísimo y documentadísimo viaje, lleno de erudición, de curiosidad, de infinitas referencias, de anécdotas, de aventuras y de ricas y emotivas vivencias propias. Un libro, un trayecto y una narración a través de la geografía y del tiempo que nos llevan a lugares y encuentros inesperados en una cadena de hechos y de personajes absolutamente asombrosa (…) presta especial atención a la cultura, el arte, la literatura, la ecología y la guerra (temas muy propios del autor)”. En el blog de la librería La Buena Vida destacan la madurez del libro, especialmente la madurez que hace referencia a “la madurez de una sociedad que no puede eludir su pasado, pero que necesita comprenderlo y asumirlo para que no le quiten el suelo bajos sus pies. Europa es, a pesar de su fragmentación y de su pasado con tantas zonas oscuras como logros, una entidad y una forma de vida en la que la diversidad encuentra remanso en un fondo común compartido”.

En definitiva, leed a Altares. Sus libros y sus artículos periodísticos. Y, sobre todo, leed todo lo que recomiende o cite. Es una fuente inagotable de bibliografía: literatura, crónica de viajes, filosofía, sociopolítica, geoestrategia, historia, antropología, etnografía, todo todo todo está en este libro. Y todo está enfocado hacia la necesidad de ser conscientes de que Europa es el mejor invento que nos hemos dado los europeos en los últimos 36.000 años.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

Un comentario sobre “Reseña de Una lección olvidada de Guillermo Altares

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  1. No puedo estar más de acuerdo contigo, me encanta Altares, pero he dejado de escucharle en La Cultureta porque las opiniones del resto, me repatean, por muy cultos que sean, especialmente tras intervenciones hormigueras. Me jode no poder escucharle, pero le leo. Este libro lo estuve ojeando en una feria del libro, me lo pensé, pero cada día llevo peor hacer una pila de libros pendientes. Tras tu reseña lo apunto y lo tengo en cuenta. Me gusta su erudición, su sentido común y de hecho una vez le escribí por un libro que me autopubliqué, por conocer su opinión, que me dio cierto apurro. Su respuesta, que ni tenía por qué hacerla, me hizo bastante ilusión. Por cierto, otro que me encanta leer en las páginas de El País es a Jacinto Antón, sobre todo cuando se mete en temas de aventuras y de la guerra. Yo también fui mochilero, empecé en el antiguo Interrail, cuando había fronteras y cambio de moneda.

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