Reseña de Música acuática de T. C. Boyle

Una aventura literaria de primer orden

Por mi cumpleaños, mi partner in crime me regaló una sugerencia de Rafa de Letras Corsarias. Regalarme libros no debe ser fácil, pero ella siempre se atreve (y acierta) con las recomendaciones corsarias. Esta vez no ha sido menos pues Música acuática de TC Boyle publicado en 1980 y editado en 2016 por Impedimenta, es una maravilla. Página Dos la catalogó como “novela histórica”, pero para mí es una novela de aventuras donde la Historia solo está porque no la podemos (ni queremos) evitar, pero lo importante no es la hache mayúscula sino la minúscula.

Música acuática está ambientada en las postrimerías del siglo XVIII y narra las disparatadas aventuras de dos personajes. Por un lado, Mungo Park, un soñador que aban­dona su pacífica Escocia natal para adentrarse en el salvaje e inexplorado corazón del África negra. Por otro lado, Ned Rise, un estafador y ladrón de cadáveres que, en la línea de los mejores personajes de Charles Dickens, intenta abrirse camino en las calles de un Londres miserable (monta bacanales o roba cadáveres, lo que haga falta). Dos historias plagadas de ana­cronismos y licencias hilarantes que mezclan la vida de un personaje real y otro ficticio, y que discurren paralelas hasta converger en la primera expedición del hombre occidental al río Níger. La primera expedición de Mungo Park al Níger fue casual y dramática, pero esto no fue óbice para que a su vuelta no dejara de pensar en volver, así se lo explica a su mujer cuando vuelve a África [y en esta cita explica Boyle el título de la obra], “lo oigo en sueños, lo oigo por la mañana cuando me despierto y los pájaros trinan en los árboles -un susurro, un retintín-, un sonido musical. ¿Sabes qué es? Es el Níger. Precipitándose, cayendo, arrastrándose hacia su ignota desembocadura, corriendo hacia el océano. Eso es lo que oigo, Ailie, noche y día, día y noche. Música”. Esa determinación de Park choca con la falta de motivación de Ned Rise, un personaje hecho a sí mismo, un gato con vidas en la recámara que sobrevive de forma insólita, “en cierta forma lo admiraba, pues tenía su propio rumbo; al menos estaba obsesionado con algo. (…) Mungo Park podía ser un engreído, un loco ambicioso, un egoísta, un ciego, un inepto, un vanidoso, pero por lo menos tenía una meta en la vida, una razón de vivir (…) dilatar los mapas y dejar su nombre inscrito en los libros de historia”. Ambos personajes están muy bien arropados por unos secundarios brillantemente trazados por Boyle, donde a mi juicio destacan el fiel acompañante Jonhson, la mansa Ailie, el astuto Crump y el implacable Smirke.

Música acuática ha sido una delicia. Una aventura literaria de primer orden. Una lectura apasionante. Los ecos de Dickens y Conrad son oportunos y perceptibles, pero hay algo intangible en la escritura de Boyle que lo distingue de sus maestros. Da lo mismo que busques en Wikipedia quién fue Mungo Park y descubras cómo murió; desearás leer el libro, desearás ver cómo lo cuenta Boyle y dónde te lleva la historia. Esa sensación la provocan los grandes libros y los buenos escritores.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

2 comentarios sobre “Reseña de Música acuática de T. C. Boyle

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  1. Leí esta novela hace mil años, no sé quién la editaba en ese momento, pero recuerdo comprarla en la antigua librería de viajes Altair malograda posteriormente por la crisis, perdón, estafa financiera. No había caído que el autor era Boyle, hoy muy celebrado. Recuerdo que me la recomendaron. Esto sería final del siglo pasado, yo iba a viajar al Níger, recorrerlo hasta llegar a Tombuctú y me empapé de lecturas. Recuerdo nada más llegar a Tombuctú, visitar la casa en la que vivió Alexander Gordon Laing, único occidental que consiguió llegar, disfrazado de árabe. Al regresar cayó en una trampa y le degollaron. Y, por supuesto, tenía presente todo el viaje de Mungo Park. Cuando visité la zona, había rebeldes tuareg, pero no había llegado el integrismo. Creo que viajar ahora es imposible. Hay otra novela sobre este tema, que recuerdo leer una reseña de Sánchez Dragó sobre ella en el Mundo, en su sección literaria de entonces, a la que me acerqué escéptico, pero que en su momento devoré varias veces y me sirvió casi de guía en el viaje. Se titula «Cita en Tombuctú» de un autor catalán llamado Pep Subirós. Imagino será complicado encontrarla, en su momento la editó Destino Áncora y Delfín. Hace siglos no me acerco a ella (la tengo llena de postales que compré en el viaje, sintiéndome un poco Almásy con su Herodoto), pero es una novela de aventuras contemporánea muy buena.

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    1. Guau, vaya testimonio más interesante. Me apunto la novela de Subirós (aunque la tendré que buscar en librerías de viejo). Me das cierta envidia por haber leído esta novela (la de Boyle) antes de que la rescatara una gran editorial del cajón del olvido. Gracias por pasarte por aquí y compartir tus impresiones conmigo. ¡Un saludo!

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