
Una bellísima novela sobre una de nuestras miserias como sociedad
Esta mañana llueve en Salamanca, dan mal tiempo en el resto de España. Pero, metafóricamente, no es una situación puntual. En España lleva haciendo mal tiempo desde el 21 de noviembre de 1975, desde el día siguiente a la muerte del dictador en el que no nos pusimos todos a escarbar la tierra y a buscar a todos nuestros familiares asesinados. No hay redención para nosotros como sociedad porque muchos de nuestros vecinos y antepasados ya no podrán ser salvados del olvido, pero la cultura es una oportunidad para el recuerdo, la resignificación y la lucha. Trabajos como este El abismo del olvido de Paco Roca y Rodrigo Terrasa, editado por Astiberri, son importantísimos. Y la suerte que hemos tenido es que el genio de Roca se haya encontrado con la hormiguita trabajadora de Terrasa y nos hayan regalado esta maravilla. Y perdonad que me detenga en Roca, porque tiene una mirada comprometida y sensible sobre el mundo que no por muy acostumbrados que estemos (Arrugas, Los surcos del azar, Regreso al edén y La casa son joyas de papel) debemos dejar de subrayar y esta novela gráfica vuelve a ser testimonio de ella.
La historia nace el 14 de septiembre de 1940, 532 días después del final de la Guerra Civil española, cuando José Celda fue fusilado por el régimen franquista junto a otros once hombres en la tapia trasera del cementerio de Paterna, en Valencia, y enterrado con ellos en una fosa común. Más de siete décadas después, y tras una larga travesía por el lado oscuro de un país acomplejado por su pasado, Pepica, la hija de José, una anciana ya octogenaria que tenía 8 años cuando mataron a su padre, logró por fin localizar y recuperar sus restos para restaurar su dignidad. Es solo una historia, pero España está trufada de estos dolorosos acontecimientos familiares que fueron silenciados por una mordaza de más de 35 años que sobrevivió a los testimonios de madres e hijos y que pudre las afueras de nuestros pueblos y ciudades.
Roca y Terrasa se rebelan contra ese “olvido que seremos” que atribuyen a Borges y que Abad Faciolince convirtió en una novela muy leída. Y esa rebelión contra el olvido es la de todas las asociaciones de memoria y justicia que con más voluntad que fondos y ayuda institucional trabajan incansablemente. En Salamanca, la Asociación Salamanca Memoria y Justicia dedica su tiempo y esfuerzos a sacar del pozo del olvido a todos los represaliados, asesinados y perseguidos por la dictadura en la provincia y, especialmente, en la ciudad. Fruto de ese trabajo es el espacio recuperado del cementerio municipal que aparece en la foto a continuación, el Memorial a las Víctimas de la Represión Franquista, y las bases de datos de fosas comunes y de víctimas que están permanentemente abiertas para seguir ampliando y sacarlas de los estratos del olvido.

Nuestra sociedad se cimienta sobre los huesos de los asesinados por el franquismo, a veces literalmente y siempre metafóricamente. Nuestra sociedad crece sobre nuestra propia miseria moral. Siento ser duro, pero cuando leo novelas como esta, o cuando veo películas y documentales sobre el tema, me hierve la sangre. Me parece increíble que, como país, no dediquemos más esfuerzos a esto: financiación, recursos humanos, ayudas burocráticas, documentación, etc.
Leamos a Roca, lloremos con Roca, enfadémonos con nosotros mismos y salgamos a la calle a reivindicar el recuerdo de los muertos y a denunciar las atrocidades del franquismo.
¡Nos vemos en la próxima reseña!