Reseña de Historia argentina de Rodrigo Fresán

Un buen ejemplar de novela posmoderna latinoamericana y una auténtica gozada para el lector

Otra de las recomendaciones corsarias para mi viaje (literario) a Argentina fue Historia argentina de Rodrigo Fresán. Publicado originalmente en el año 1991 y revisado varias veces hasta su actual edición de 2017 en Literatura Random House. Pasados los treinta años, la madurez le ha llegado a este libro tan particular. Considerado como un soplo de aire fresco en la literatura argentina y latinoamericana, Historia argentina se ha consolidado como un icono literario pop sin perder su eterna adolescencia y su frescura estilística. Tanto es así que hay quien ha comparado esta ópera prima con otras como La ciudad y los perros, de Mario Vargas Llosa, “pocas veces una ópera prima ha desempeñado un papel tan crucial en la trayectoria de su autor. Podría establecerse un parangón con el papel que juega la fulgurante La ciudad y los perros (1963) en la carrera de Vargas Llosa, pero en el caso del escritor peruano estaríamos ante un hito personal difícil de igualar, una suerte de autoboicoteo al inicio de la propia trayectoria literaria. Sin embargo, en el caso de Fresán cabría más hablar de declaración de intenciones, de metro de platino iridiado ante el cual calibrar todo lo que ha de venir después, lo cual supone un ejercicio sano de autocompetitividad a la hora de diseñar un recorrido literario propio” sostiene Tania Padilla en Cuadernos Hispanoamericanos.

Con la apariencia de un libro de relatos, Fresán recoge una serie de historias (a veces narradas en primera persona, otras en tercera) que terminan estando entrelazadas por personajes, referencias culturales, momentos históricos, y que le sirven al autor para relatar la Historia de Argentina no sin cierta ironía. Estas decisiones formales del autor, le han valido la categoría al libro de “novela posmoderna”, por su carácter deconstruido y caótico. En palabras de Tania Padilla, “se mueve en la difícil frontera entre la novela y la colección de relatos, combina las referencias literarias con las de la baja cultura, disuelve los límites entre historia y ficción, subvierte las nociones de sujeto, espacio y tiempo, y plantea nuevos lenguajes literarios y juegos metaficcionales. La obra incide directamente en los ejes paradigmático y sintagmático del lenguaje literario para ofrecer un texto radicalmente novedoso que apuesta por hacer literatura renombrando todos los universos posibles”.

Tras mi primera lectura, he considerado necesario leerlo otra vez para recomponer las piezas que vas descubriendo durante la primera lectura. Y es que en la novela conviven “aparecidos, desaparecidos, desaparecedores profesionales y amateurs, Mickey Mouse, Eva Perón, golpes de Estado, estados depresivos, Estados Unidos, tiempo tormentoso, truenos y rayos, hiperconductividad, gurkhas, Lawrence de Arabia, gauchos minimalistas, variaciones Goldberg, rock & roll, la calavera de Mozart, inexactitudes biográficas, ciencias exactas, dulce de leche, drogas duras, yuppies en caída, catástrofes aéreas, ninfas posmodernas, naufragios, islas Malvinas, colegios ingleses, gastronomía hindú, astucias aztecas, campeones mundiales, sueños recurrentes, prostitutas ilustres, árboles sin nombre, novelas perdidas, exilio, un prócer amnésico, un escritor que recuerda demasiadas cosas” y todo ello con mucho sentido y criterio literario. De verdad que es una locura de novela, súper entretenida y muy ilustrativa de lo que ha sido, es, y, seguramente, siga siendo Argentina. De todos los relatos que componen la novela (qué raro se me hace escribir esta frase), me quedo con dos: La soberanía nacional y El protagonista de la novela que todavía no empecé a escribir. De otros muchos rescato frases que me llevo en la memoria, pero estos dos me han parecido muy completos. Ciertamente, Fresán es buenísimo, y este es solo su primer libro. Del que emanan el resto, como él propio autor reconoce, “de él y de aquí ha salido casi todo lo que vino después” y, al contrario de otros autores que no vuelven a sus libros, sino que los consideran proyectos terminados, Fresán no abandona sus novelas y en el caso de este libro, “En lo personal y en lo físico, Historia argentina me sigue produciendo la satisfecha alegría de un joven espejo en el que me sigo reconociendo más allá de la distancia y de los acontecimientos”. Conocía al autor, pero no había leído nada de él, y me llevo un buen sabor de boca. Seguramente vuelva a él, más pronto que tarde. Es un gusto cuando das con un libro que te enseña al tiempo que te exige. Eso ha sido Historia argentina, un libro con lo que he aprendido y no -solo- historia, sino y sobre todo, literatura.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

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