
No es un texto menor del autor, es uno de los cimientos de su literatura
De Orwell todos conocemos sus dos grandes obras, 1984 y Rebelión en la granja, pero estos dos textos no hubieran visto la luz sin las experiencias de Orwell vivió a lo largo de su vida. Una de ellas, quizás una de las más relevantes, fue su viaje al norte de Inglaterra –las regiones de Lancashire y Yorkshire principalmente– en 1936. Un viaje que da forma al relato autobiográfico El camino a Wigan Pier que hoy os traigo en su edición de Akal. Este libro se suma a otros de la misma temática que ya hemos reseñado en este blog.
El camino a Wigan Pier se divide en dos partes. La primera parte da testimonio de su experiencia en aquellas regiones mineras que tanto padecieron la Gran Depresión de los años 30 del siglo XX. Su testimonio se acompaña de datos estadísticos que dan cierta perspectiva a sus impresiones y que, a riesgo de aburrir al lector (y aquí les dejo a los responsables de Akal la sugerencia de poner la equivalencia libra 1930 – libra 2024 para entender mejor la miseria), dibujan perfectamente un escenario empobrecido y deprimido hasta un punto humanamente doloroso. Se detiene en cuestiones como las condiciones de trabajo en la mina (capítulo 3), el desempleo y calidad del empleo (capítulo 4), la vivienda (capítulo 5) o la dieta, la salud mental y la alimentación (capítulo 6). Este viaje al inframundo minero inglés lo explica Orwell de la siguiente forma, “quería descender al nivel de los oprimidos, convertirme en uno de ellos y ponerme de su lado contra los tiranos. [Los mineros] eran las víctimas simbólicas de la injusticia”.
La segunda parte, desarrolla el pensamiento del autor y concluye que la única solución a la miseria y a la desigualdad era el socialismo. Y da algunas pautas interesantes para combatir el fascismo, como por ejemplo, sentarnos a intentar entenderlo, “si pretendes hacer ver que se trata simplemente de una aberración que pasará por sí sola con el tiempo, estás teniendo un sueño del que despertarás cuando alguien te golpee con una porra de goma. El único curso de acción posible es analizar el fascismo, comprender que hay algo que puede decirse en su favor y después, dejarle claro al mundo que cualquier cosa buena que haya en el fascismo, también se encuentra implícita en el socialismo”. Y del mismo modo que el socialismo será la solución, los actuales dirigentes socialistas no se escapan de la crítica. Orwell les echa en cara que realmente son burgueses socialistas que en el fondo odian a la clase trabajadora, “he conocido bastantes burgueses socialistas, he escuchado durante horas sus diatribas contra su propia clase, pero nunca, ni una sola vez, me he encontrado con uno que haya adoptado en la mesa los modales de un proletario. Pero, después de todo, ¿por qué no? (…) Solo puede ser porque, en el fondo, siente que los modales proletarios son repugnantes. De modo que sigue respondiendo al entrenamiento de su infancia, cuando le enseñaron a odiar, temer y detestar a la clase trabajadora”. Toma ya, en la línea de flotación.
Realmente es un texto interesantísimo. Salvo todas las distancias con la actualidad, Orwell llega al fondo de cuestiones que hoy en día siguen sin resolverse. El auge de los fascismos, la dificultad de la izquierda para representar a los trabajadores, las incongruencias de una clase trabajadora arrastrada a un capitalismo salvaje, etc. Su agudeza analítica y su capacidad para seleccionar los debates que merecen la pena, lo convierten en una voz autorizada de la época. Luego vendrán 1984 y Rebelión en la granja y a través de esas metáforas conquistará la mente de generaciones, pero la forja de su pensamiento político y su compromiso social está en textos como este. Muy recomendable.
¡Nos vemos en la próxima reseña!
Deja un comentario