Reseña de El entenado de Juan José Saer

Entre la crónica de Indias y el tratado filosófico sobre la otredad brilla un Saer olvidado por la industria literaria

Me estoy llevando muchas gratas sorpresas de la literatura argentina. Una de las últimas ha sido Juan José Saer. Me traje de Letras Corsarias a Buenos Aires (esto será importante al final de la reseña) uno de sus títulos y me lo he pasado pirata leyendo. Se trata de El entenado, publicado originalmente en 1983; yo lo he leído en la edición de Rayo verde. Larga vida a las editoriales que mantienen vivos a autores menos reconocidos y que lo hacen con un mimo y un respeto al lector encomiable (otro descubrimiento ha sido la editorial, por supuesto). En España, antes de Rayo verde, Destino y El Aleph editaron a Saer. Ya tengo en mi lista de pendientes Cicatrices, El limonero real y, sobre todo, Nadie nada nunca, ojalá los encuentre en las librerías patrias.

El entenado -el hijastro-, narra en primera persona las peripecias del grumete de una expedición española por el Río de la Plata durante el siglo XVI que cae en manos de los indios colastinés. Los indios acaban con sus compañeros pero a él lo mantienen con vida durante años. Dado que los colastinés son pacíficos pero antropófagos y que el muchacho no habla su lengua, su vida junto a ellos es un intento continuo de descifrar lo que dicen y, por supuesto, de encontrar la respuesta a una pregunta recurrente: ¿cuándo se lo comerán a él? ¿por qué no lo han hecho ya?  Juan Villoro en un comentario muy recomendable sobre el libro, titulado La víctima salvada, ayuda a responder a la pregunta y es que el protagonista “poco a poco comprende la singular antropología de la que es objeto: «Lo exterior era su principal problema. No lograban, como hubiesen querido, verse desde afuera.» El Otro es el ojo externo que requieren; por eso no lo educan, por eso preservan su diferencia. Se trata, quizá, de una concepción mágica del entendimiento. Los aborígenes nunca sabrán lo que descifró el español, ni leerán el relato que los mira de lejos; sin embargo, la certeza de que eso es posible los tranquiliza como un refulgente talismán. En otra mente su historia puede tener lógica. Visto desde el interior, el universo de los indios es frágil (cada cosa amenaza con disolverse y debe ser forzada a permanecer a través de un incesante sistema de supersticiones); visto desde fuera, en la zona adversa de lo resistente, puede, tal vez, durar”. Escribir para perdurar, o dicho de nuevo en palabras de Villoro, “El testigo obligado procura a los indios el consuelo de la versión ajena. Si ese entorno se derrumba, sólo sobrevivirá lo distinto, la mirada del huésped. La novela ofrece el trasvase de una cosmogonía (contar el mundo) en una singularidad (contar un mundo): del mito a la literatura”.

En el mejor tono de las tradicionales crónicas de Indias, Saer nos coloca frente a cuestiones como lo real y la memoria, lo civilizado y lo primitivo, la importancia del lenguaje -hablado y escrito-, en un texto sin capítulos que se lee como un libro de aventuras, pero en el fondo es mucho más que eso. Se trata de un tratado filosófico sobre todas esas cuestiones que, lectores europeos, removerá vuestras cabezas neocolonizadoras. Quizás menos conocido para el lector español que Piglia o Kohan, ambos consideraban a Saer un mejor exponente de la literatura. Piglia afirmó que “decir que Juan José Saer es el mejor escritor argentino es una manera de desmerecer su obra. Sería preciso decir, para ser más exactos, que Saer es uno de los mejores escritores en cualquier lengua y que su obra -como la de Thomas Bernhard o la de Samuel Beckett- está situada del otro lado de las fronteras, en esa tierra de nadie que es el lugar mismo de la literatura”. Y Kohan sostuvo que “Saer nos plantea un desafío solo comparable al de Borges, que es el dilema de cómo escribir después de ellos”. Pues bien, con estos piropos y con esta pedazo de propuesta literaria, no me cabe en la cabeza que Saer no esté en las librerías porteñas. He visitado muchas -ya me conocéis-, y no he encontrado su obra en ninguna, o la he encontrado a cuentagotas, libros menores, ediciones poco cuidadas… no me lo explico. La gente de Rayo verde tiene un filón si consigue llegar al mercado argentino. Los propios libreros se resignan, les gusta Saer y quieren venderlo, pero… no están sus libros. Increíble. Pero bueno, qué vamos a decir de un país en el que no encuentras la camiseta de la Selección Argentina de fútbol, campeona del Mundo (Adidas, ¿qué coño estás haciendo?).

Así que, si tenéis oportunidad de haceros con un título de Saer, no lo dudéis. Y si leéis El entenado, lo podemos comentar por aquí y espero que lo disfrutéis. En este caso disfrutar también es sentir incomodidad y que nuestra mente preparada para la visión colonialista del mundo se tambalee un poco.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

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