La insatisfacción de una sociedad con las necesidades materiales cubiertas
Contraportadas que se vienen arriba. Sinopsis quijotescas de las editoriales que se han pasado con la droga y ven gigantes donde hay libritos. A veces ocurre que el envoltorio ensalza tanto el contenido, que cuando lo pruebas la decepción llega ipso facto. Una pena. Eso es lo que le ha pasado a Estado del malestar de Nina Lykke.
Según la propia editorial, la novela “es una divertida sátira de la insoportable levedad de la clase media surgida al calor del bienestar”, y una porra que te comas. Se titula Estado del malestar como contraposición al estado de bienestar de los países nórdicos, pero en el fondo no trata de eso sino de las dudas de una mujer adulta, incómoda con su propia vida, pendiente del qué dirán y con un jaleo en la cabeza muy importante; la historia tendría el mismo sentido situada en Oslo que en Sevilla, Kioto o Brisbane. Si no fuera por las expectativas generadas en el título y la contraportada quizás ahora estaría haciendo una reseña totalmente distinta. Porque la novela funciona bien como análisis psicosocial de una generación adulta cuyos logros vitales no satisfacen sus necesidades cada vez menos materiales y más emocionales.
Elin, la protagonista, es una médica distante con sus pacientes, pero con buen ojo clínico que está cansada de su vida y de su estabilidad. Necesita atención y no la tiene, necesita jaleo y su vida es una balsa de aceite, necesita sentirse viva y a su alrededor solo hay un desierto emocional, tranquilo pero árido. Su marido, su hijo, su trabajo, su rutina, todo bien y todo insuficiente. Su vida consiste en curar y agradar a los demás. Acompaña esa tarea vital de una permanente sensación de estar en deuda, de hacer las cosas para no quedar mal, etc., cuando en realidad muchas de esas acciones son búsquedas de libertad y emociones, y mimos. En ese viaje, sin darse cuenta está tirando su estabilidad por la borda cuando decide que no es tan mala idea quedar con su novio de la juventud. No se da cuenta porque su estabilidad es un cómodo colchón que aun la mantiene confortable ante sus incursiones a la aventura, pero es una espiral sin retorno:, o un tsunami como dice la propia Elin, “nos pasamos la vida fingiendo que somos inmortales e invulnerables, pero bajo la piel nos corre la sangre y siempre hay posibilidades de que ocurre una catástrofe (…) nadie está seguro en esta vida cotidiana que creemos que está grabada en piedra, pero en realidad está escrita en arena y enseguida llegará el tsunami. En la distancia, la ola parece insignificante e inofensiva. Hasta que no se alza sobre ti no te das cuenta de lo enorme que es, pero entonces ya es demasiado tarde”. Y aquí vuelvo a discrepar con la trama, no me gustan las historias de gente que toma decisiones erróneas sin estar convencidos. Pero hay personas que han tenido la vida fácil y las decisiones han sido tomadas casi sin su intervención, así que cuando tienen que tomar las riendas de su vida no saben y “fantaseabas con que la decisión se tomaría sola. Tú, que tienes más de cincuenta años, fantaseabas con quedarte embarazada. O con que alguien muriera (…) Pero sobre todo fantaseabas con tu propia muerte, que también te libraría de todas las decisiones”.
Es un libro sin final. El final que nos propone Lykke es mentira, es improbable e inestable. Los dos personajes son plenamente conscientes de que su decisión es temporal y errónea. Y seguramente también lo sepa Lykke, que nos podría haber propuesto un cierre diferente, pero creo que no era intención de la autora decidir por los personajes ni darles una lección moral. Los ha dejado equivocarse todo el rato hasta la equivocación final.
En definitiva, no es el libro que me esperaba y creo que he ido cruzado toda la historia. Tiene pasajes pesadísimos, como los pasajes de las historias de los pacientes y otros que son directamente desesperantes por los errores que va tomando la protagonista. Me esperaba mucho más. Me las prometía muy felices con este libro y he terminado muy lejos de la historia con una sensación de indiferencia con la trama. Sé de otras lectoras avezadas como Espiral Lectora (seguid a María es una crack) que lo han disfrutado, así que igual soy yo que no he conseguido conectar con el libro. Dadle una oportunidad, ha sido un libro premiado en Noruega (Premio Brage, el más prestigioso del país) y si llegas a él sin expectativas es posible que lo termines disfrutando.
¡Nos vemos en la próxima reseña!
A mi el libro me encantó. Me pareció de un sentido común inusitado, de una lógica y un humor que hace mucho no disfrutaba. Creo que la protagonista tenía, justamente, la misión de equivocarse ante las decisiones ,para mostrar aún más lo que se observa y describe de la sociedad contemporánea en toda la novela que, como tu dices, podría suceder en cualquier sitio del planeta donde las preocupaciones de satisfacer las necesidades básicas es un tema superado.Para mí es un fresco del comportamiento humano del siglo XXI. Saludos desde Salta, Argentina.
Nancy Lorenzo
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